
Tras una DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos), el agua de consumo puede dejar de ser potable debido a diversos factores relacionados con las fuertes lluvias y las inundaciones. Estas precipitaciones intensas afectan la infraestructura de distribución de agua y el sistema de saneamiento, contaminando las fuentes hídricas con sedimentos, residuos orgánicos, pesticidas y otros agentes nocivos provenientes del arrastre de suelos y vertidos accidentales. Además, las aguas residuales pueden mezclarse con las de abastecimiento, introduciendo bacterias, virus y protozoos en el sistema, lo cual incrementa el riesgo de enfermedades hídricas.
La turbidez y otros contaminantes presentes en estas condiciones pueden comprometer los sistemas de desinfección habituales como la cloración, que en estos casos podría no ser suficiente para garantizar la seguridad del agua. Por ello, en situaciones de emergencia tras una DANA, se suele recomendar hervir el agua o usar agua embotellada como medidas preventivas, asegurando la eliminación de patógenos y reduciendo el riesgo sanitario.
Este artículo examina los métodos de potabilización, los tratamientos aplicados al agua embotellada y el uso de la ebullición y cloración en emergencias, especialmente a la luz de situaciones críticas como las inundaciones recientes causadas por la DANA en la provincia de Valencia.
Sistemas de Potabilización del Agua
La calidad del agua potable está regulada por la Directiva (UE) 2020/2184, implementada en España mediante el RD 3/2023. Esta normativa establece límites para una gama de parámetros fisicoquímicos y biológicos, como el pH, la turbidez, la materia orgánica (DQO y DBO), y la presencia de metales pesados y microorganismos.
Los parámetros físicos, como la turbidez, color y temperatura, son importantes para la apariencia y seguridad del agua, mientras que los parámetros químicos incluyen sustancias como metales, cloruros y nitratos, que afectan su sabor y posible toxicidad. Los parámetros bacteriológicos, por otro lado, miden la presencia de microorganismos, como coliformes y otros patógenos, que deben eliminarse para garantizar un consumo seguro.
En situaciones de incumplimiento de estos parámetros, se aplican medidas correctivas de inmediato para proteger la salud pública.
Procesos de Potabilización
Los sistemas de potabilización eliminan microorganismos y contaminantes inorgánicos y orgánicos. Entre los tratamientos estándar están:
- Pretratamiento: Este paso incluye el cribado y desarenado para remover sólidos grandes y arena, respectivamente, que pueden obstruir equipos o dificultar otros procesos. Además, se emplean coagulantes para eliminar partículas suspendidas, que luego se sedimentan para conseguir clarificar el agua.
- Filtración: A través de distintos medios filtrantes, como es el sílex, antracita o carbón activado, se eliminan partículas en suspensión de pequeño tamaño y compuestos orgánicos, adsorbiendo sustancias químicas que afectan al sabor o la toxicidad.
- Desinfección: La cloración es uno de los métodos más comunes, donde se agrega cloro o hipoclorito para eliminar patógenos. Otros métodos incluyen la ozonización y la irradiación ultravioleta (UV), que también destruyen bacterias, virus y parásitos.
- Ajuste de pH: Se regula el pH para evitar corrosión en la red de distribución y optimizar la eficacia de la cloración.
- Almacenamiento y distribución: Tras los tratamientos, el agua se almacena en condiciones controladas y se distribuye bajo normas de calidad para evitar contaminaciones secundarias.
Estos sistemas de potabilización aseguran que el agua distribuida cumpla con todos los parámetros de calidad necesarios para el consumo humano, manteniéndose libre de contaminantes y patógenos.
Tratamiento del Agua Embotellada
El agua embotellada es sometida a tratamientos similares, pero su regulación es estricta en términos de limpieza y desinfección. Además, el proceso se optimiza para minimizar residuos y garantizar la pureza, aunque el agua embotellada a menudo contiene minerales naturales presentes en la fuente.

Ebullición del Agua como Método de Desinfección
En contextos de emergencia, como las recientes tormentas en Valencia, hervir el agua durante al menos un minuto, es un método efectivo para eliminar bacterias y otros patógenos.
La ebullición destruye agentes como Giardia o E. coli, aunque no elimina metales pesados o compuestos químicos inorgánicos.
Cloración y Limitaciones
La cloración es común en la desinfección, pero presenta limitaciones ante ciertos protozoos como el Cryptosporidium, resistente a niveles de cloro seguros para el consumo humano.
En estos casos, se recomienda una supercloración seguido de un tiempo de contacto y posterior eliminación del excedente de cloro, o bien el uso de filtros específicos combinados con cloración.
Conclusión
El tratamiento del agua para consumo es un proceso que requiere un control riguroso y métodos de desinfección efectivos.
Ante una situación de emergencia y, en el caso de no disponer de plantas potabilizadoras que garanticen un tratamiento adecuado, tanto la ebullición como el uso de agua embotellada son opciones seguras, siempre que se sigan los procedimientos indicados para cada método.

Es importante recordar que el agua embotellada debe mantenerse en condiciones óptimas de almacenamiento (evitando altas temperaturas y exposición solar) para asegurar su calidad. Por lo tanto, en contextos de potabilización, ambas opciones son válidas y complementarias, sujetas a buenas prácticas de uso y almacenamiento.