
La crisis hídrica y el papel de la agricultura
En las últimas décadas, el mundo ha enfrentado crisis ambientales cada vez más complejas. La disponibilidad de agua dulce emerge como una preocupación crítica, especialmente cuando menos del 3% del agua global es apta para el consumo humano y gran parte de esta se encuentra en glaciares y acuíferos de difícil acceso.
El aumento de la población y actividades industriales, el cambio climático, la sobreexplotación de los recursos hídricos y la contaminación aceleran esta crisis, poniendo en peligro la seguridad alimentaria global.
Según datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) y otros organismos internacionales, la agricultura es responsable de aproximadamente el 70% del uso de agua dulce a nivel mundial. Este porcentaje incluye el agua utilizada para riego de cultivos y otros fines agrícolas. Es un dato relevante cuando se consideran estrategias para la gestión sostenible del agua a nivel global.
Por ello, adoptar soluciones innovadoras y contar con recursos no convencionales como la desalación y la reutilización de agua es vital para garantizar la sostenibilidad del sector.

Calidad del agua desalada para el riego agrícola
El agua utilizada para riego debe cumplir ciertos estándares de calidad, ya que su composición influye directamente en la salud del suelo y el rendimiento de los cultivos. La calidad del agua de riego se mide considerando parámetros como la salinidad, la relación de adsorción de sodio (SAR), la alcalinidad y la concentración de elementos potencialmente tóxicos.
- Salinidad del agua: La salinidad del agua hace referencia a la cantidad de sales disueltas en ella, lo que afecta la capacidad de las plantas para absorber agua. Un exceso de sales en el suelo genera estrés osmótico, dificultando la absorción de agua por parte de las raíces, lo que puede derivar en una reducción del crecimiento y de la productividad del cultivo. La conductividad eléctrica (CE) es el parámetro más utilizado para medir la salinidad del agua, y valores superiores a 4 dS/m suelen ser perjudiciales para la mayoría de los cultivos.
- Relación de Adsorción de Sodio (SAR): Este parámetro indica la proporción de sodio en relación con el calcio y el magnesio en el agua de riego. Un SAR elevado puede causar problemas en la estructura del suelo, aumentando su compactación y reduciendo su permeabilidad, lo que dificulta la infiltración del agua y la aireación del suelo. Para mitigar estos efectos, es necesario equilibrar el SAR mediante la adición de calcio o el uso de mezclas con aguas de mejor calidad.
- Alcalinidad: La alcalinidad del agua está determinada por la presencia de bicarbonatos y carbonatos, los cuales afectan el pH del suelo y la disponibilidad de nutrientes esenciales para las plantas. Un pH alto puede reducir la solubilidad de micronutrientes clave como el hierro, el manganeso y el zinc, generando deficiencias nutricionales en los cultivos.
- Elementos potencialmente tóxicos: Algunos elementos presentes en el agua, como el boro, el cloruro y el sodio, pueden ser tóxicos para los cultivos en concentraciones elevadas. El boro, por ejemplo, es esencial en pequeñas cantidades, pero su exceso puede causar necrosis en las hojas y reducir el rendimiento agrícola. Afortunadamente, la tecnología de ósmosis inversa permite regular la presencia de estos elementos, adaptando el agua desalada a los requerimientos específicos de cada cultivo.

Mix de agua para riego: combinando fuentes para una mejor eficiencia
En muchas regiones agrícolas, la combinación de diferentes fuentes de agua es una estrategia clave para optimizar la disponibilidad y calidad del recurso hídrico. El mix de agua para riego puede incluir:
- Aguas superficiales: Procedentes de ríos, embalses y lagos, estas aguas suelen ser de buena calidad, pero su disponibilidad depende de las precipitaciones y la gestión de los recursos hídricos.
- Aguas subterráneas: Extraídas de acuíferos, pueden presentar altos niveles de salinidad en ciertas regiones, lo que requiere su mezcla con otras fuentes o su tratamiento previo.
- Aguas reutilizadas: Provenientes del tratamiento de aguas residuales, son una alternativa sostenible para el riego agrícola. Su combinación con agua desalada o subterránea puede mejorar su composición química y hacerla más adecuada para los cultivos.
- Aguas desaladas: Son una solución clave en zonas con estrés hídrico, ya que permiten obtener un recurso estable y de calidad ajustable. Su mezcla con aguas reutilizadas ayuda a corregir posibles deficiencias en su composición mineral.
El equilibrio en la mezcla de estas fuentes hídricas permite optimizar la calidad del agua de riego, minimizando problemas de salinidad, toxicidad y estructura del suelo. Además, el mix de agua contribuye a la sostenibilidad del recurso hídrico, reduciendo la sobre explotación de los acuíferos y mejorando la eficiencia del uso del agua en la agricultura.
Considerando este mix de aguas de diferentes procedencias, el consumo de agua de riego representa del 5 al 8% de los costes de producción en un ciclo de cultivo. Este porcentaje puede variar según el tipo de cultivo, la zona de producción y el origen del agua utilizada.

Beneficios del uso de agua reutilizada y desalada en la agricultura
El empleo de agua desalada y reutilizada ofrece múltiples ventajas para el sector agrícola:
- Disponibilidad constante: A diferencia del agua de lluvia o de los embalses, la desalación y reutilización proporcionan un suministro estable e independiente de la climatología.
- Calidad ajustable: La composición del agua desalada puede ajustarse para adaptarse a las necesidades específicas de cada cultivo y suelo, obteniendo un “agua a la carta”.
- Mayor productividad y calidad: Numerosos estudios indican que el riego con agua desalada mejora la calidad y el rendimiento de los cultivos, consiguiendo una mayor producción en cada cosecha e incluso permitiendo diversificar cultivos.
- Menor impacto ambiental: La utilización de agua reutilizada reduce la sobreexplotación de acuíferos, permitiendo su recuperación y minimiza la contaminación de los recursos naturales.
- Recuperación de suelos degradados: El agua desalada puede emplearse para rehabilitar suelos salinizados, permitiendo su aprovechamiento agrícola.

Un futuro sostenible para la agricultura
La implementación de recursos no convencionales basados en las tecnologías de desalación y reutilización en la agricultura no busca sustituir otras fuentes de agua, sino complementarlas para garantizar un abastecimiento sostenible y eficiente.
A medida que la demanda de alimentos sigue en aumento y el cambio climático genera mayores incertidumbres hídricas, la diversificación de los recursos hídricos será clave para la seguridad alimentaria y el desarrollo rural.
En SETA, nos comprometemos con la innovación y la optimización del uso del agua en la agricultura, promoviendo soluciones que contribuyan a la sostenibilidad del sector y al aprovechamiento eficiente de los recursos hídricos disponibles.